jueves, 4 de octubre de 2012

Carta de Apoyo a Martín Sabatella

Compañeras y Compañeros: ADJUNTAMOS NUESTRA CARTA DE APOYO ENVIADA AL COMPAÑERO MARTIN SABATELLA Estimado Compañero Martín Sabbatella: Desde el espacio Carta Abierta, te hacemos llegar nuestro total apoyo a la decisión del Poder Ejecutivo de nombrarte como responsable del órgano de aplicación de la Ley de Medios Audiovisuales –AFSCA–. Consideramos sumamente oportuna esa designación por razones generales de necesidad de desplegar en toda su magnitud los alcances de una ley que ha recogido años de lucha y experiencia del campo popular en materia de comunicación de masas; por razones políticas, pues tu nombramiento manifiesta un reconocimiento a una trayectoria comprometida con los intereses de las mayorías, transparente, eficaz y solidaria; por razones ideológicas, pues es en este momento cuando la pluralidad de voces y tradiciones que acompañan el proyecto encabezado por Cristina Fernández de Kirchner debe manifestarse como voluntad plural en la profudización emancipatoria. Carta Abierta está comprometida con el proyecto realizado en ley hace tres años desde los inicios de la lucha de las organizaciones sociales, académicas, periodísticas y políticas por democratizar los espacios mediáticos en enfrentamiento franco con los monopolios que, en defensa de sus intereses y negocios constituyen un obstáculo histórico a todo proceso popular. Ya en nuestra Carta Nº 2, allá por 2009, manifestábamos: “La sustitución de la vigente Ley de Radiodifusión, anacrónica y reaccionaria, establecida por la dictadura militar en 1980, por un nuevo marco jurídico acorde con los tiempos y a la institucionalidad democrática, es hoy un horizonte tangible, más de lo que nunca fue desde diciembre de 1983. Pero la experiencia de los argentinos en estos veinticinco años que van de gobiernos constitucionalmente elegidos también indica que los proyectos de ley que hoy se están escribiendo pueden eventualmente ir a parar al mismo cajón al que fueron los treinta y siete proyectos que alcanzaron estado parlamentario en este lapso, incluidos dos propuestos por el Poder Ejecutivo, empantanados todos ellos entre las presiones corporativas y la triste ausencia de decisión política gubernamental. En la relación entre la eventual sanción de una nueva ley y el momento que vive el país puede advertirse una característica doble. Por una parte, la crítica coyuntura desatada a partir de la puja que inició el empresariado rural hace casi tres meses nos entrega ahora la visión del abismo, y toda cuestión que se interponga parece destinada a una consideración adecuada, en ese marco, sólo cuando se haya ya diluido este azoro en el que los argentinos nos encontramos sumidos. A la vez, ha sido precisamente este mismo conflicto, la textura de su día a día, el gran responsable de exponer en toda su crudeza la carnadura concreta del poder desplegado por el sistema mediático, el mismo que en tantas ocasiones supo recitarse sin mayor convicción.” Más adelante, al considerar la importancia de los medios como constructores de la vida común en nuestra sociedad, señalábamos: “Porque el espacio que instituyen los medios masivos, a través de sus pantallas y de sus sintonías, de sus páginas impresas o de sus sitios web, es un espacio social, y más aun, un espacio público que, por ende, pertenece a todos y al que todos, o al menos muchos más que ahora, deberían poder acceder para transitar por él con relativa libertad. Un espacio público que, salvadas todas las obvias distancias, no debería merecer un trato sustancialmente distinto al que merecen otros espacios públicos, donde sería inadmisible que una corporación privada, con reglas establecidas por un complejo armado de contratos poco o nada transparentes entre particulares, terminara definiendo quién pasa y quién no, qué palabra vale y cuál no, qué representación de los problemas sociales resulta válida para ser puesta en circulación y cuál no.” Comprometidos, como estamos, con la libertad de todos para pensar y decir sin censuras de ningún tipo, señalábamos: “La verdadera libertad de prensa es el progresivo objetivo a lograr con una nueva legislación sobre comunicación social y sobre participación y derechos ciudadanos, frente a la falacia de la 'libertad de prensa' reducida al juego de los grandes capitales e intereses políticos mediáticos.” Y terminábamos afirmando: “Pero lo cierto es que nunca como en la actual coyuntura el problema comunicacional se ha debatido tanto, y tan coincidentemente en apoyo de una nueva legislación democratizadora: en el propio gobierno, en poderes provinciales y municipales, en foros, universidades, sindicatos, movimientos sociales, agrupaciones políticas, mundos académicos, espacios artísticos y literarios, organizaciones no gubernamentales, grupos feministas, experiencias comunitarias y en el propio sector de los periodistas y trabajadores de la información. Con ese respaldo de conciencia política se cuenta. Existen circunstancias en la vida de una nación en que los dirigentes comprenden la pequeñez del puro cortoplacismo. Ojalá ésta sea una de ellas. Cultural y políticamente la sociedad se merece otra lógica, otra libertad y otras voces que se sumen al diálogo cotidiano sobre qué país se quiere y se enuncia. Es una época la que está a la espera de los actores que la merezcan.” Por todo esto, apoyamos y defendemos el avance democrático que implica la Nueva Ley de Medios Audiovisuales, sancionada por amplia mayoría en el Congreso de la Nación, así como el órgano de aplicación que surge para velar el correcto cumplimiento de la misma. Así mismo, repudiamos enérgicamente la virulenta campaña mediática de la que estás siendo objeto y por la cual no sólo se pretende mancillar una trayectoria de ética impecable al servicio de la ampliación de derechos para todos los sectores de nuestro pueblo, sino también enturbiar este proceso histórico de democratización de la palabra y de los medios por los cuales ésta conforma los escenarios de nuestra vida común. Espacio Carta Abierta, Buenos Aires, octubre de 2012

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