Convocamos a los vecinos a resistir este nuevo atropello de Macri sobre los espacios públicos. Este martes 1 de junio a las 19 hs. nos reunimos en el Espacio Cucoco, Plaza Oeste 3536, para discutir entre todos las medidas a tomar.
lunes, 31 de mayo de 2010
MACRI VUELVE A ATACAR LOS ESPACIOS VERDES PÚBLICOS
APORTE DEL GOBIERNO DE LA CIUDAD A LA FIESTA DEL BICENTENERIO
Aporte -foto y texto- de un colaborador desconocido al que agradecemos.
lunes, 24 de mayo de 2010
GALASSO EN EL 25 DE MAYO POR EL BICENTENARIO
¡Un lujo! El Maestro Galasso en el Teatro 25 de Mayo brindándonos una lección de historia sobre las lecciones que nos da la historia para un festejo reflexivo de este Bicentenario que nos encuentra en una nueva encrucijada. En el marco de los Talleres Avecinarte organizados por los Vecinos por el 25 de Mayo la charla de Galasso sobre la Revolución de Mayo resultó aleccionadora, amena y motivadora. El recorrido por perfiles de próceres y anécdotas ejemplificadoras desnudando la falacia del mitrismo para limpiar a la historia de contenidos que pudieran influír a las nuevas generaciones con procederes confrontativos con los poderes establecidos. La Revolución de Mayo, su historia verdadera, nos ilumina mucho más el camino de lo que en realidad creíamos. El endeudamiento externo, la Unión Americana, el reconocimiento de derechos a los pueblos originarios, el igualitarismo, la distribución de la renta, son todos temas que arrancan desde los albores de nuestra Nación y signan dos bandos de dificil reconciliación y enfrentados a lo largo de los dos siglos con guerras civiles, represiones sangrientas, masacres y genocidios de por medio. Y tratando de entender a esta clase media de la ciudad portuaria, de la cuál formamos parte a veces con vergüenza, bajada de los barcos, desarraigada de su origen y de las tradiciones de la nueva patria por una historia de mentiras, y hoy basculante entre las luchas populares y el neo-liberalismo consumista, entre la actitud reflexiva crítica y la pasividad ante la distorsión de la realidad fraguada por los medios monopolizados.
La charla se desarrolló en el "domo" del viejo Teatro (¡otro lujo!). La nutrida concurrencia de vecinos, las preguntas claras y apuntadas tanto a particularidades de la historia como a posturas ante la realidad actual, en un ambiente de cordialidad y satisfacción, configuraron una experiencia gratificante.
PRECIOS Y DERECHOS (nota del Boletín nº 4)
por Guillermo Wierzba*
El debate sobre la inflación trasciende la coyuntura y divide aguas. Abordarlo sin la idea de la distribución de la riqueza, es lo mismo que el discurso sobre la pobreza que omite la igualdad como central. Así planteados, estos debates comprometen la idea misma de democracia. El neoliberalismo arrasó con derechos conquistados e impuso un modelo de sociedad de mercado construida sobre la noción de individuos-consumidores que redujo y desplazó la noción de ciudadano. Esta sustitución significó un retroceso devenido de la sustancial remercantilización de bienes que satisfacen necesidades básicas, (por ejemplo: alimentos) cuyas coberturas habían sido previamente reconocidas como derechos humanos por el desarrollo del pensamiento democrático y por los protagonismos populares que se desplegaron para sostenerlo. Así, la salud y la educación, las pensiones de vejez y otras conquistas sociales fueron degradadas a la condición de mercancías.
Argentina transcurrió estos últimos años con tasas de inflación más altas que en la década del noventa. Sin embargo, resulta diferente la situación actual a la del 2003 (momentos iniciales del despliegue de la política económica en curso) en los que las subas de precios significaban, centralmente, reacomodamiento de precios relativos. Hoy hay puja distributiva, con una considerable caída estructural del desempleo y con discusión salarial en paritarias.
Es decir, fuera de las lógicas mercantiles desplegadas en el marco de una explicitada política oficial de mejorar la participación de los salarios en el ingreso y acompañada por iniciativas importantes y concretas de reparación a los sectores más sumergidos, como la asignación universal por hijo y el plan Argentina Trabaja.
Las mejoras en los ingresos de los más humildes implican un aumento del consumo de los bienes de necesidad esencial, fundamentalmente alimentos. Las empresas que integran las cadenas de esos sectores se apropian de las mejoras de los ingresos de los asalariados y beneficiarios de planes. Lo hacen en el mercado formando y disponiendo precios.
Economistas ortodoxos y algunos heterodoxos, referentes de la oposición política y encumbrados exponentes del empresariado concentrado se esfuerzan con denuedo en otorgarle a la cuestión de la inflación el lugar central, cuando no exclusivo, en los objetivos de la política económica.
Así el supuesto, clave del esquema, es la necesidad de un nivel de desempleo que asegure la no aceleración de la inflación, o sea, una gran desocupación para evitar que los trabajadores pujen por mejoras salariales que recorten las ganancias empresarias.
Así la discusión sobre el carácter del ordenamiento del sistema de precios presenta dos vertientes:
1. La de los planes clásicos de estabilización. Reducción de la demanda para que caiga la producción y el empleo, desarticulando la capacidad negociadora de los gremios, garantizando la no afectación de las ganancias empresarias, y componiendo un marco de retroceso de la justicia distributiva. Los regímenes de metas de inflación y de devaluaciones seriales son alternativas para esta lógica que supone un orden exclusivamente mercantil.
2. La otra visión afirma el objetivo de redistribuir la riqueza, con intervención pública en la determinación de los precios mediante procedimientos de administración de los mismos, establecimiento de controles, creación de empresas u ofertas testigo y dispositivos de promoción de la competencia cuando sea factible. Así, la presencia de mecanismos extra-mercantiles en la formación de precios, especialmente en la de los bienes que cubren derechos sociales, persigue la meta de garantizar y afirmar el objetivo distributivo.
Queda planteada una discusión sobre las estrategias respecto de la inflación. Un abordaje democrático y transformador, respetuoso de la Constitución, requiere de la desmercantilización de los derechos esenciales de los ciudadanos.
* Economista, Director del Cefid-AR - Prof. de la UBA
Miembro de la Coordinación de Carta Abierta
El debate sobre la inflación trasciende la coyuntura y divide aguas. Abordarlo sin la idea de la distribución de la riqueza, es lo mismo que el discurso sobre la pobreza que omite la igualdad como central. Así planteados, estos debates comprometen la idea misma de democracia. El neoliberalismo arrasó con derechos conquistados e impuso un modelo de sociedad de mercado construida sobre la noción de individuos-consumidores que redujo y desplazó la noción de ciudadano. Esta sustitución significó un retroceso devenido de la sustancial remercantilización de bienes que satisfacen necesidades básicas, (por ejemplo: alimentos) cuyas coberturas habían sido previamente reconocidas como derechos humanos por el desarrollo del pensamiento democrático y por los protagonismos populares que se desplegaron para sostenerlo. Así, la salud y la educación, las pensiones de vejez y otras conquistas sociales fueron degradadas a la condición de mercancías.
Argentina transcurrió estos últimos años con tasas de inflación más altas que en la década del noventa. Sin embargo, resulta diferente la situación actual a la del 2003 (momentos iniciales del despliegue de la política económica en curso) en los que las subas de precios significaban, centralmente, reacomodamiento de precios relativos. Hoy hay puja distributiva, con una considerable caída estructural del desempleo y con discusión salarial en paritarias.
Es decir, fuera de las lógicas mercantiles desplegadas en el marco de una explicitada política oficial de mejorar la participación de los salarios en el ingreso y acompañada por iniciativas importantes y concretas de reparación a los sectores más sumergidos, como la asignación universal por hijo y el plan Argentina Trabaja.
Las mejoras en los ingresos de los más humildes implican un aumento del consumo de los bienes de necesidad esencial, fundamentalmente alimentos. Las empresas que integran las cadenas de esos sectores se apropian de las mejoras de los ingresos de los asalariados y beneficiarios de planes. Lo hacen en el mercado formando y disponiendo precios.
Economistas ortodoxos y algunos heterodoxos, referentes de la oposición política y encumbrados exponentes del empresariado concentrado se esfuerzan con denuedo en otorgarle a la cuestión de la inflación el lugar central, cuando no exclusivo, en los objetivos de la política económica.
Así el supuesto, clave del esquema, es la necesidad de un nivel de desempleo que asegure la no aceleración de la inflación, o sea, una gran desocupación para evitar que los trabajadores pujen por mejoras salariales que recorten las ganancias empresarias.
Así la discusión sobre el carácter del ordenamiento del sistema de precios presenta dos vertientes:
1. La de los planes clásicos de estabilización. Reducción de la demanda para que caiga la producción y el empleo, desarticulando la capacidad negociadora de los gremios, garantizando la no afectación de las ganancias empresarias, y componiendo un marco de retroceso de la justicia distributiva. Los regímenes de metas de inflación y de devaluaciones seriales son alternativas para esta lógica que supone un orden exclusivamente mercantil.
2. La otra visión afirma el objetivo de redistribuir la riqueza, con intervención pública en la determinación de los precios mediante procedimientos de administración de los mismos, establecimiento de controles, creación de empresas u ofertas testigo y dispositivos de promoción de la competencia cuando sea factible. Así, la presencia de mecanismos extra-mercantiles en la formación de precios, especialmente en la de los bienes que cubren derechos sociales, persigue la meta de garantizar y afirmar el objetivo distributivo.
Queda planteada una discusión sobre las estrategias respecto de la inflación. Un abordaje democrático y transformador, respetuoso de la Constitución, requiere de la desmercantilización de los derechos esenciales de los ciudadanos.
* Economista, Director del Cefid-AR - Prof. de la UBA
Miembro de la Coordinación de Carta Abierta
PINO Y GRONDONA (nota del Boletín nº 4)
Sorpresas nos da la vida…, dice una canción. Quién nos hubiera dicho que veríamos a Mariano Grondona chacoteando con Pino Solanas, el cineasta comprometido devenido en político. Palabras más, palabras menos, el paradigmático gorila festejaba que el antiguo exégeta del peronismo ya no le provocara más escozor. La «piba» Bullrich nos allanó el camino para entender el entuerto al definir que hay sólo dos bandos, el A y el resto (B). En el grupo A, el del acuerdo «anti kirchnerista», se reúnen los hasta hace poco enemigos irreconciliables. Para Grondona, los que están de ese lado son sus amigos.
Los memoriosos (¡no porque lo hayamos vivido!) recordamos aquel frente de la posguerra, la Unión Democrática, desde el cual conservadores, radicales e izquierdistas –socialistas y comunistas- enfrentaron unidos el peligro fascista que veían en el surgimiento del peronismo, el movimiento nacional que cambiara el rostro y las estructuras sociales de nuestra patria. ¡Cuánto se parece el grupo A, del que Pino ahora forma parte, a aquella algarada rejuntada por Braden y perdedora de las elecciones del 45! ¿Qué le pasa a Pino? ¿Se olvidó de las lecciones de la historia?
Los memoriosos (¡no porque lo hayamos vivido!) recordamos aquel frente de la posguerra, la Unión Democrática, desde el cual conservadores, radicales e izquierdistas –socialistas y comunistas- enfrentaron unidos el peligro fascista que veían en el surgimiento del peronismo, el movimiento nacional que cambiara el rostro y las estructuras sociales de nuestra patria. ¡Cuánto se parece el grupo A, del que Pino ahora forma parte, a aquella algarada rejuntada por Braden y perdedora de las elecciones del 45! ¿Qué le pasa a Pino? ¿Se olvidó de las lecciones de la historia?
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