Sorpresas nos da la vida…, dice una canción. Quién nos hubiera dicho que veríamos a Mariano Grondona chacoteando con Pino Solanas, el cineasta comprometido devenido en político. Palabras más, palabras menos, el paradigmático gorila festejaba que el antiguo exégeta del peronismo ya no le provocara más escozor. La «piba» Bullrich nos allanó el camino para entender el entuerto al definir que hay sólo dos bandos, el A y el resto (B). En el grupo A, el del acuerdo «anti kirchnerista», se reúnen los hasta hace poco enemigos irreconciliables. Para Grondona, los que están de ese lado son sus amigos.
Los memoriosos (¡no porque lo hayamos vivido!) recordamos aquel frente de la posguerra, la Unión Democrática, desde el cual conservadores, radicales e izquierdistas –socialistas y comunistas- enfrentaron unidos el peligro fascista que veían en el surgimiento del peronismo, el movimiento nacional que cambiara el rostro y las estructuras sociales de nuestra patria. ¡Cuánto se parece el grupo A, del que Pino ahora forma parte, a aquella algarada rejuntada por Braden y perdedora de las elecciones del 45! ¿Qué le pasa a Pino? ¿Se olvidó de las lecciones de la historia?
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